martes, 29 de marzo de 2016

A Dios en Primavera

Señor, matadme, si queréis.
(Pero, señor, ¡no me matéis!)

Señor dios, por el sol sonoro,
por la mariposa de oro,
por la rosa con el lucero,
los corretines del sendero,
por el pecho del ruiseñor,
por los naranjales en flor,
por la perlería del río,
por el lento pinar umbrío,
por los recientes labios rojos
de ella y por sus grandes ojos...

¡Señor, Señor, no me matéis!
(...Pero matadme, si queréis)


Juan Ramón Jiménez

miércoles, 23 de marzo de 2016

Van y vienen las olas, madre

Van y vienen las olas, madre,
a las orillas del mar:
mi pena con las que vienen,
mi bien con las que se van.

Anónimo

………….
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                                                                          Imagen: https://www.google.es

El que una muchacha enamorada confíe a su madre el dolor por la ausencia del amado, es toda una tradición en nuestra lírica.

Juego rítmico en el “vienen y van” de las olas, en paralelismo con  la “pena” y el “bien”.

jueves, 17 de marzo de 2016

Gritos daba la morenica



Gritos daba la morenica
so el olivar,
que las ramas hace temblar.
La niña, cuerpo garrido,
morenica, cuerpo garrido,
lloraba su muerto amigo
so el olivar
que las ramas hace temblar.

Anónimo
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El grito de dolor de la muchacha ante la tragedia, en el lugar donde tenía los encuentros amorosos con su amado, conmueve a la misma naturaleza: “que las ramas hace temblar”.

viernes, 11 de marzo de 2016

Qasmuna bat ismail (Siglo XI)

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 Imagen: https://www.google.es

Era una poetisa judía que compuso poesía árabe, por haber aprendido de su padre. Prácticamente es la única mujer sefardí que se conoce como escritora en la literatura hispanohebrea.

Fruto marchito

La joven adolescente se mira en el espejo.
Contempla un jardín con sus frutos en sazón
y sin un jardinero que extienda su mano para cosecharlos.
Qué lástima:
se marchita su juventud perdida
y queda en mi, solitario, l
lo que no me atrevo a nombrar.


Qasmuna

miércoles, 2 de marzo de 2016

A Dorila

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¡Cómo se van las horas,
y tras ellas los días
y los floridos años
de nuestra frágil vida!

La vejez luego viene,
del amor enemiga,
y entre fúnebres sombras
la muerte se avecina,

que escuálida y temblando,
fea, informe, amarilla,
nos aterra, y apaga
nuestros fuegos y dichas.

El cuerpo se entorpece,
los ayes nos fatigan,
nos huyen los placeres
y deja la alegría.

Si esto, pues, nos aguarda,
¿para qué, mi Dorila,
son los floridos años
de nuestra frágil vida?

Para juegos y bailes
y cantares y risas
nos los dieron los cielos,
las Gracias los destinan.

Ven ¡ay! ¿qué te detiene?
Ven, ven, paloma mía,
debajo de estas parras
do leve el viento aspira;

y entre brindis suaves
y mimosas delicias
de la niñez gocemos,
pues vuela tan aprisa


Juan Menéndez Valdés

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                                                                       Imágenes: https://www.google.es