El infante
Arnaldos
Quien hubiera tal ventura
sobre las aguas del mar
como hubo el infante Arnaldos
la mañana de san Juan!
Andando a buscar la caza
para su falcón cebar,
vio venir una galera
que atierra quiere llegar,
las velas trae de sedas,
la ejarcia de oro torzal,
áncoras tiene de plata,
tablas de fino coral.
Marinero que la guía
diciendo viene un cantar,
que la mar ponía en calma
los vientos hace amainar,
los peces que andan al hondo,
arriba los hace andar;
las aves que van volando
al mástil vienen posar.
Allí habló el infante Arnaldos,
bien oiréis lo que dirá:
-Por tu vida, el marinero,
dígasme ora ese cantar.
Respondiole el marinero,
tal respuesta le fue a dar:
-Yo no digo mi canción
sino a quien conmigo va.
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Es
un romance de los llamados novelescos. Es un fragmento de un romance
más extenso conservado en la tradición sefardí. Está expresado en
un tono fantástico y un tanto misterioso. No es un romance-cuento,
sino que se nos presenta en una sola escena: el encuentro del infante
con un marinero que canta una canción; el infante le pide que le
enseñe a cantarla y el marinero le responde que sólo le enseñará
la canción si es capaz de acompañarle. El lector tiene una visón
de la escena sugerente y misteriosa y queda atrapado en ella.